Oracion Ignaciana
La oración ignaciana, es un intercambio interpersonal de amor entre una persona humana y una persona divina. San Ignacio compuso algunos métodos en sus ejercicios espirituales, el más comúnmente conocido consiste en situarse uno mismo dentro de una escena del Evangelio y seguir una serie de pasos específicos dirigidos a acercar el corazón hacia un encuentro con Cristo.
El método ignaciano es un hermoso regalo a la Iglesia y muy importante para todos los cristianos, especialmente en la etapa de purificación o en la etapa temprana del desarrollo espiritual.
La práctica sostenida de la oración ignaciana de alguna manera concretiza la modalidad prevista por San Ignacio de hacer los Ejercicios en la vida corriente.
Los Ejercicios como este son moldeables como la arcilla, se acomodan a quien los hace. Así, hay ejercicios completos que se practican durante un mes entero, retirándose de lo cotidiano y en silencio en una casa de ejercicios por ende puede ser practicado por todos siempre y cuando sea gente buena, gente que no siente el aguijón de un “más”. No son para espíritus conformistas, son para gente capaz de poner en juego lo que tiene, para perseguir lo que ama.
Hay una sola oración, la que hace toda la Iglesia inspirada por el Espíritu de Dios. Es el mismo Jesús que ora al Padre a través nuestro. Hay una sola fe, un solo Señor, una sola oración Un solo maestro. Los cristianos tenemos un solo maestro que es Jesús. Nos enseña a vivir en plenitud la vida de Dios, porque él mismo hizo ofrenda total al Padre y a todos los hombres y mujeres. Jesús vivió de tal forma que su vida fue una gran oración hasta el final
La oración es un diálogo con Aquél que sabemos que está allí y nos escucha. No es un monólogo. Un diálogo por supuesto, donde los dos deben dar y recibir. Mal irán las cosas cuando entre dos uno solo da y el otro sólo recibe.
Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio son una experiencia que se vive y marca a fuego en el interior, y aproxima a esa forma positiva y amorosa de ver la realidad desde los ojos de Dios. Desde allí los acontecimientos cotidianos se iluminan con la luz del Evangelio. Desde allí se va configurando en el interior una forma de proceder que brota del conocimiento afectivo de Dios, luz indispensable para el discernimiento ignaciano.
Qué logramos
El mayor fruto es que vayan experimentando esa familiaridad con Dios en la oración asidua con el Evangelio, al recibir la gracia pedida insistentemente del conocimiento interno del Señor, para más amarle y así poder seguirlo más de cerca. El encuentro gozoso con el Señor es la experiencia más fundante que puede haber en nuestra vida. Nos conecta directamente con nuestro origen y con nuestra meta. Los Ejercicios Espirituales Ignacianos son una modalidad que Dios regaló a San Ignacio y que ha ayudado a multitud de personas a encontrarse con el Señor, a enamorarse de Él y a seguirlo, y a transitar el camino de la santidad.
Orar es sencillo. Es como la respiración de espíritu. Si no respiramos nos morimos. Si no oramos nuestro espíritu va atrofiando hasta que muere y una de las expresiones de esta muerte es la pérdida de sentido de los otros y de Otro... sólo nos miramos a nosotros mismos. Hay muchas maneras de orar, como hay muchas maneras de caminar o de hablar. Cada creyente debe encontrar la propia.
A través de los tiempos...
Hay en la historia de la Iglesia muchos hombres y mujeres que han sido verdaderos maestros de oración y en esto se han parecido a Jesús, porque también su vida fue una oración. Y, además, lo sabían enseñar a los demás.
Hay tantos de estos maestros en nuestra historia:
San Benito
San Antonio
San Francisco
San Ignacio
Santa Teresa...
Y aquellos no tan conocidos como:
Esa madre o ese padre que enseñan a su hijo el Padrenuestro
Aquel catequista que prepara una oración con un grupo de niños
Aquel joven que interviene sin miedo en una oración comunitaria.
El testimonio del que busca espacios en su vida de entrega para hacer un retiro y coger fuerzas para amar con más autenticidad.
O aquella comunidad de contemplativas que desde su canto de alabanza son maestras de nuestro caminar.